En el quehacer diario, tanto de la empresa joven, como en el de la madura, convergen un cúmulo de aspectos legales, que para quienes están ocupados del buen desarrollo de las mismas, muchas veces pasan desapercibidos. Es allí donde pueden generarse situaciones adversas que debieran prevenirse. En muchas ocasiones, el empresario asume que el echar mano de un abogado, o de un cuerpo de abogados, debe obedecer a un problema que ya se tiene en puerta. Nada más alejado de la realidad. En el inicio de un nuevo proyecto empresarial, es trascendental allegarse de un especialista que dictamine cuáles son las mejores opciones que blinden de una cobertura legal adecuada a la actividad que pretenda realizarse, desde el régimen constitutivo idóneo, el establecimiento de reglas claras sobre los alcances y limitaciones de quienes participarán de él, la protección de una marca o diseño industrial, permisos para operar, entre otros varios. Así pues, y haciendo honor al viejo adagio que cita “lo que bien empieza, bien acaba”, es importante para el emprendedor, dejarse aconsejar y llevar de la mano de un experto en los aspectos legales, que le permitirán al primero, concentrarse en lo más importante: su negocio. De igual forma sucede con la empresa ya estructurada y posicionada en el mercado, en la que la misma vorágine comercial, impide muchas veces vislumbrar malas prácticas adquiridas con el paso del tiempo, o bien, riesgos potenciales, que al ojo de un experto al exterior de la organización, pueden ser muy notorios, y en un momento dado, complicar su sana permanencia en las grandes ligas, por no contar con una estrategia legal ad hoc a sus necesidades. Es por ello que, ya sea que esté iniciando un proyecto, o sea parte de uno que ya maduró, no debe pasar por alto el someterse a un proceso de valoración legal a manos de un profesional, que dictamine si va por el rumbo adecuado.

Hay muchas opciones de servicios legales en el mercado, no obstante, debe darse el tiempo para analizar concienzudamente a quién desea tener como asesor de cabecera. Debe tratarse de una firma que se conduzca bajo los principios de la ética y el profesionalismo, que le inspire confianza, y que desde el principio sea sincera con Usted, respecto a si es o no la mejor alternativa para su negocio, y si lo es, que se muestre siempre disponible y asuma el compromiso de ser un aliado
para su empresa. Es importante que la firma que elija cuente con un portafolio de servicios específico, pues ello va de la mano con la especialización, y por ende, de la eficacia que tendrá en los resultados obtenidos. También, que en su momento, sea transparente en la manera en la que cobrará los honorarios por el servicio ofrecido, y así la empresa no se lleve un sobresalto. Finalmente, el uso de la tecnología también es un aspecto importante a considerar, la firma legal
vanguardista debe echar mano de estos recursos para mantener un enlace permanente con su cliente, y que este tenga información fácilmente asequible sobre sus asuntos jurídicos.